3 de enero de 2012

La historia interminable.

Intento con todas mis fuerzas pasar la página de ese libro pero no puedo, han sido tantas veces las que había soñado con esos versos, en cada lugar, momento, que se me quedaron grabadas las palabras en mi mente, todas ellas tatuadas en cada parte de mi cuerpo, la tinta recorriendo mis venas. El libro ha pasado por muchas manos, pero la primera página, esa es la que nunca se podrá olvidar.
Basta con no mirarla para intentar no recordarla, pero la más mínima tentación te hará rememorar cada segundo de sus letras.

Me he dado cuenta.

Es la primera persona a la que he querido y siempre querré. El primero que me hizo quererme a mí misma. Cuando le recuerdo siento realmente lo que es echar de menos a alguien. Lo echo de menos tantísimo.

La simple idea de no volver a verle nunca más, sólo pensar que nunca volveré a ver sus perfectos ojos, me causa pánico, me aterroriza, me hiela la sangre. Lo peor de todo es que no creo que sea curable. No quiero ver una yo de sesenta años a la que le corren lágrimas por los ojos al recordar cuánto le quiero, y lo que habría dado por verle solamente una vez más. Habría dado más que mi vida.