5 de noviembre de 2011

Cumplir un sueño...

Pocas personas pueden decir que hayan cumplido un sueño, pero es la sensación más grande y más fuerte que se puede sentir (valga la redundancia). Con muchas ganas y un poco de convencimiento, se logra facilmente, y es tan profundo y tan vivo lo que sientes, que es imposible explicarlo con simples palabras. Un día cualquiera te dices: ''Alguna vez conseguiré hacerlo''. Y a partir de entonces, haciendo todo lo posible, comienza la cuenta atrás.
Pero una vez que se cumple, sólo tienes ganas de gritar hasta quedarte sin voz, saltar y tocar las nubes. Es felicidad en su estado más puro, absoluta felicidad. Desde ese momento mirarás las cosas desde otro punto de vista, sin siquiera darte cuenta, todo tendrá un color distinto, todo en tu vida es perfecto, nada puede cambiar... te hace recobrar la esperanza perdida, o acumular más aún, te hace tener ganas de todo, verte posible de hacer cualquier cosa que te propongas. Porque en realidad, nada es imposible, todos somos capaces de lograr lo que queramos, no importa si tarda una hora en llegar, o un año, o una década. Simplemente hay que levantarse cada día con la convicción de que ese día lo vas a conseguir, sin darte por vencido ni un sólo segundo, o estarás perdido. 
Un sueño cumplido te dará la oportunidad de imaginar nuevas cosas que están escritas en tu historia, esas cosas que te harán volar, sabiendo que puede que nunca más vuelvan a ocurrir, pero que ahí están, en tu memoria, esperando para que las recuerdes, y te lleven hasta aquel momento...

3 de noviembre de 2011

De camino.

He caído en un agujero negro que da vueltas e interminables vueltas y me absorbe hacia dentro, no veo ninguna salida. Al final de ese agujero hay una luz, una luz brillante, del color de una mariposa, el olor de un día soleado, el sonido del canto de un pájaro escuchado bajo el agua teniendo los ojos cerrados, el sabor de un primer beso, el tacto de su espalda cuando se le pone la carne de gallina. Del lado en el que vengo, en cambio, hay oscuras nubes que amenazan con descargar su valiente tormenta, un coche estropeado que deja un negro humo allá por donde pasa, incontables gotas cayendo en un suelo ya mojado, la presencia de mentiras por todas partes y una gran masa de odio extendiéndose por mi mano. ¿Qué lado se supone que debo escoger, aquel al que estoy siendo arrastrada, donde todo son colores vivos y felicidad en mi rostro, o aquel viejo, en el que mis ojos ya están hartos de llorar? Está claro que me dejaré llevar a donde la felicidad no es una meta, sino un estilo de vida,  aunque todo sea una mentira creada por mi imaginación. Da lo mismo, sea mentira o verdad, en mi interior sentiré una absolutamente verdadera y pura felicidad.
Sí, me dejaré caer hacia ese pozo sin fondo, donde la libertad, mi libertad sea respetada por todo y por todos, ese mundo en el que la gente no mire extrañada por la calle al verme sonreír ampliamente, en el que pueda cantar a todo pulmón que eres mi vida sin que tenga que ocultar mis ojos. Estoy de camino hacia esa especie de sueño, y en el camino bailo con el aire, me río con el juego del sol y las hojas, lloro de alegría, hago lo que quiero. En el fondo sabía que era cuestión de tiempo, que alguna vez llegaría la hora en la que me empezara a sentir libre.

La luz de la esperanza.

Hoy ha habido uno de esos momentos en los que, mientras te está pasando, no te das cuenta, pero cuando ha pasado piensas: ''Cómo me gustaría volver a ese instante...''
Aquel, en el que puede no haber pasado nada, y al mismo tiempo haberlo pasado todo, en los que nada fue diferente y sin embargo todo cambió. Solamente ese cambio en nuestra rutina fue suficiente para mí.
Una sonrisa, una tímida mirada, un roce entre nuestros cuerpos, no sé lo que me hizo creer en nosotros, esa bombillita que súbitamente se encendió, eso que me dio las esperanzas suficientes para continuar lo que a veces creo (y creeré) perdido.